El mes pasado, visitando el castillo de Sotomayor en Pontevedra, me encontré en una de sus salas con un monitor de TV que relataba la historia del castillo y sus antiguos moradores.
El locutor decía que Pedro Álvarez de Sotomayor, "Pedro Madruga", tenía los dos peores enemigos que se podían tener en su época, los Reyes Católicos y el arzobispo de Compostela Alonso de Fonseca.
Entonces me acordé del dicho "Quien se fue a Sevilla perdió su silla", ya que el origen de dicha frase está relacionada con Alonso de Fonseca.
Alonso de Fonseca no fue una sola persona, fueron dos, Alonso I de Fonseca y su sobrino-nieto Alonso II de Fonseca. Desde ahora, para no confundirlos, me referiré a ellos como Alonso (tío) y Alonso (sobrino).
Corría el año 1460 cuando el arzobispo de Sevilla, Alonso (tío), movió los hilos para recomendar a su sobrino como obispo de Santiago de Compostela. Para ello habló con el rey Enrique IV "El Impotente" y ambos se dirigieron al Papa suplicándole que "enchufara" a Alonso (sobrino) en Compostela.
Dicho y hecho. El Papa nombro a Alonso de Fonseca (sobrino) obispo de Santiago. (Quiero que me perdonen ustedes si a veces confundo obispo con arzobispo, ya que no estoy muy ducho en los escalafones eclesiásticos, pero tengo entendido que es algo parecido a Almirante y Contraalmirante en la marina).
El pobre de Alonso (sobrino) se fue a Santiago sin saber el "embolao" donde se había metido.
Por aquel entonces, a mediados de 1400, Galicia era un hervidero. La revuelta "irmandiña" se estaba gestando, los nobles gallegos tiranizaban al pueblo y además competían entre si, etc.
Nada mas llegar a Galicia, Alonso (sobrino) "la lió". Se metió en todos los "fregaos" habidos y por haber, hasta el punto de que el noble Bernaldo Yáñez de Moscoso acabó deteniéndolo y encarcelándolo en el castillo de Vimianzo (La Coruña).
La familia de Alonso (sobrino), que era oriunda de Portugal, se presentó en Galicia con objeto de sacar al "niño" de la cárcel. Para ello se propusieron pagar un rescate, pero querían hacerlo al estilo de los nobles... con el dinero de otros. En este caso con dinero y joyas de la propia Catedral de Compostela. Esto no hizo más que empeorar las cosas provocando un gran escándalo.
Al final Alonso (sobrino) llegó a un acuerdo con todos. Habló con su "tito" y acordaron intercambiarse las diócesis de Sevilla y Compostela una temporada, hasta que Alonso (tío), (mejor profesional que su sobrino), llegara a dominar la situación.
Alonso de Fonseca (tío), fue arzobispo de Compostela entre los años 1465-1469 y dejó la situación como una balsa de aceite.
Entonces se puso en contacto con su sobrino y le dijo: "Ya está todo arreglado. Vente para acá que yo vuelvo a Sevilla".
El sobrino que se encontraba en Sevilla "la mar de a gusto" le dijo a su tito: "Yo no vuelvo a Galicia ni loco. Quien se fue de Sevilla perdió su silla".
Alonso de Foseca (tío) cogió un "cabreo" impresionante. Se puso en contacto con el Papa Pío II que llegó a firmar una bula pontificia obligando a Alonso (sobrino) a volver a Compostela.
Alonso (sobrino) dijo: "El Papa será el mandamás de la Iglesia, pero como está muy lejos, no va a venir a Sevilla a echarme. Así que yo no me voy"
Entonces, Alonso de Fonseca (tío), habló con el rey Enrique IV "El Impotente" y le contó el asunto. Enrique IV le dijo a Alonso (tío) -"Yo seré impotente, pero voy a ir a Sevilla y le voy a dar dos hostias, al niño, que se va a estar acordando toda su vida".
Enrique IV, salió para Sevilla y también hizo lo que hacen todos los reyes. Le encargó el trabajo a otro. Fue al Duque de Medina Sidonia al que mandó a Sevilla para levantar a Alonso de Fonseca (sobrino) de la silla que tanto le gustaba.
El Duque de Medina Sidonia y su valido Beltrán de la Cueva, redujeron la resistencia ahorcando a los partidarios del sobrino. Después cogieron al "niño", que ya no era tan niño, y lo pusieron de patitas en la Puerta de la Macarena y le dijeron, -"¡hala, pa Santiago!"
No he logrado averiguar, si de camino a Galicia, cogió por la "Ruta de la Plata" o por Portugal, pero es probable que se fuera por Portugal ya que, como he dicho antes, la familia era portuguesa. Así le haría una visita y le diría: "¿Habéis visto lo que me ha hecho el tito?".
Además por aquel entonces en Portugal no había telepeajes ni radares.
Este es el origen de la frase "Quien se fue a Sevilla, perdió su silla" aunque según dice José Mª Iribarren en El porqué de los dichos "la ausencia perjudica, no al que se fue a Sevilla, sino al que se fue de ella". Así que el dicho decía en sus orígenes "Quien se fue de Sevilla, perdió su silla"
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