Dos representaciones diferentes de la diosa Bastet
No se sabe exactamente cuál fue la primera cultura en domesticar al gato, aunque siempre se ha asociado su domesticación a los egipcios, quienes posiblemente empezaron a domesticarlo en torno al año 4000 a. de C. Ellos debieron de verlo como una bendición divina, por los servicios que prestaban, al mantener a las ratas y ratones fuera de sus graneros.
El culto al gato aparece en el Antiguo Egipto alrededor del 2.900 a.C. como una deidad local en el Delta del Nilo. La diosa Bastet era la guardiana de la casa, feroz defensora de sus hijos, simbolizaba el amor maternal. Diosa de la abundancia, el placer carnal, la armonía y la felicidad. Se la representaba bajo la efigie de un gato doméstico, o como una mujer con cabeza de gato, llevaba en la mano un sistro, (instrumento musical), ya que le gustaba que los humanos bailaran y se divirtieran.
Los gatos recibían un trato muy especial en el Antiguo Egipto. Cuando caían enfermos los cuidaban como si fueran personas, y a su muerte los momificaban con un proceso que podía durar hasta 40 días, posteriormente los conducían al cementerio seguido por un cortejo en el que solía tomar parte toda la familia, e incluso los más pudientes contrataban a plañideras profesionales.
Gato momificado
En 1.859 fue descubierto en Beni Hassan un cementerio con 300.000 gatos momificados, al no encontrar comprador para ellos, los machacaron y trituraron vendiendo el polvo resultante como abono a Inglaterra. De esta forma, el polvo de más de 20 toneladas de momias de gatos fueron adquiridas por campesinos ingleses al precio de 4 libras la tonelada. El profesor W.M. Conway, en el “English Illustrated. Magazine” de la época, proporcionó todos los datos acerca de este crimen (arqueológico) inexcusable.
Sarcófagos de gatos
Otro detalle curioso ocurrió en la batalla de Pelusium, (Delta del Nilo), acontecida el 525 a. C. En ella las fuerzas del rey persa Cambises II derrotaron a las de Psamético III. Se cuenta que durante el asedio de Pelusio, Cambises ideó una estratagema para vencer la resistencia de esta ciudad. Ordenó a sus soldados que capturaran gatos, (muy abundantes en sus contornos), y los lanzaron con las catapultas hacia la ciudad. Otros afirman que los soldados persas llegaron incluso a sujetarlos delante de sus escudos sabiendo de la adoración que tenían los egipcios por este pequeño felino. Al ver que los gatos corrían peligro de muerte, los habitantes de Pelusio se rindieron.
La bruja, de Hans Thoma. Grabado de 1870
Sin embargo en la Edad Media cayeron en desgracia al asociarlos con las brujas. Miles de gatos fueron quemados en las hogueras, algunos junto sus dueñas al considerarlos sus servidores y la encarnación del Maligno. La simple posesión de un gato era motivo para acusar a una persona de brujería. Este exterminio de gatos dio lugar a que se multiplicara la población de ratas, auténticos propagadores de plagas como la peste bubónica, que tantas bajas causó en Europa.
En la actualidad el gato es muy apreciado como animal de compañía. Ya no es un cazador de ratones sino un compañero leal, afable y tierno, que ha recuperado su antiguo prestigio dentro de la familia.
Viendo jugar a "Calcetín", (el pequeño gatito de mi nuera y mi hijo), no me extraña que los egipcios consideraran al gato la deidad de la armonía y la felicidad.
“Calcetín” durmiendo
Fuentes: El Blog de Gatos, Arqueoegipto, Valdeperrillos y Distrito Gatos