Ejemplar de liebre ibérica.
Mi amigo Lolín, (Manolo Alejandre), es un gran conocedor del medio rural. Nació en él y además tiene una curiosidad y unas dotes de observación excepcionales que le han convertido en una autoridad del tema.
Recientemente ha publicado en su blog, El Cerro de la Fuente, (blog que recomiendo a todos ustedes), una entrada contando una anecdota sucedida entre liebres.
Aquí os la dejo sin agregar ni quitar una sola coma:
"Contaba mi tío Regino: "Había una vez cuatro liebres jugando a las cartas, jugaban entre otros juegos al Rápido, al Encamado, al Corre que te pillan y al Me huele el culo a pólvora. Pues bien, mientras estaban echando una de estas partidas tan entretenidas en las que ocupaban su tiempo "liebre", Vino una joven toda sofocada:
- ¡Corred! ¡corred! ¡que viene un cazador!.
Tres de las liebres que estaban jugando recogieron inmediatamente las cartas e iban a emprender la huida cuando la mas veterana, la que el pelaje le tiraba a blanco gritó - ¡Esperad!- y dirigiéndose a la portadora de tan mala noticia dijo -Describenos al Cazador-
-¡hummm!¡hummm! (es lo que hacen las liebres cuando piensan), es un hombre muy alto, de piel morena, pelo rizado, barbilla prominente, labios gruesos, cejijunto, nariz aguileña, ojos rasgados, malencarado, luce anillo de nobleza en su dedo anular izquierdo, camisa de algodón con corchados, botas de cuero de Valverde del Camino, como también de cuero son su canana y su chaleco, sombrero de ala ancha con barbuquejo y lo peor de todo, una paralela (entonces no había repetidoras ni superpuestas) flamante, de pletina corrida que debe ser de oro por su brillo. Se le aprecia en los cañones empavonado perfecto. -¡paaarraaaa! ¡paaaaraaaaa¡! para!. ¡Que horror!
-¡himmm!¡himmmm! (lo que hacen las liebres cuando están jubilosas), recoged las cartas y sigamos jugando - dijo la liebre veterana- aquí hay menos peligro que en el zoológico.
- pero.. ¡¿como?.. que?.. - balbuceaban las otras.
-¡aaaaaa juuuugarrrr! - de aquí sacaron lo del programa ese tan famoso que ahora no recuerdo el nombre.
Y allá que siguieron esas liebres con su partida tan contentas y felices.
En otra ocasión y casualidad que estaba el mismo grupo de liebres jugando, creo que esta vez lo hacían a los chinos, juego este muy extendido entre las liebres, para ello emplean las cagarrutas. Todas y cada una de ellas llevan su bolsa para echar una partida en cualquier momento y lugar. Digo pues, que estaban en tan entretenido juego cuando apareció la portadora de noticias.
-¿Que te trae por aquí?- preguntó una de ellas?
-¡hommm! ¡hommm! (lo que hacen las liebres para transmitir serenidad), a deciros que viene un cazador, pero tranquilas que no hay peligro.
La veterana, doblando una oreja a modo de guiño preguntó -¿como estas tan segura?.
-¡hemmm! ¡hemmm! (lo que hacen las liebres cuando dudan), porque el cazador que viene trae una gorra llena de agujeros, los dedos de los pies le asoman por la puntera de las zapatillas, se le ha abierto la escopeta dos veces, está toda herrumbrosa y la tiene atada a la culata con alambres.
-¡Hummm! ¡hummm! (lo que hacen las liebres en el momento de empezar a correr)-¡japuta la última!.dijo la veterana
En décimas de segundos, solo quedó el polvo y el cagarrutero."
Si en alguna ocasión van al campo, fijaos en las piedras lisas, pues estas son las que suelen usar como mesa de juegos, seguro que allí encontrarán las bolitas con las que juegan las liebres a los chinos, estas bolitas las suelen dejar porque tienen muchas. Además, nunca usan las mismas. Las cartas es muy difícil que las encontréis, a las liebres les resultan muy sabrosas y no las suelen dejar. Antes, prefieren comerlas pues las fabrican con hojas. En el caso hipotético que las encontréis, tendréis que consultar con un experto para distinguir si son cartas o simplemente, hojas."
Hace un par de meses coincidí con Manolo en Santurce. Por circunstancias que no vienen al caso, ambos hemos acabado trabajando para la mar, en la construcción naval. Manolo me comentó que echa de menos el terruño y sus raíces. Me dijo: "Antonio, ya empiezo a pensar en el camino de vuelta".
No me extraña, ya que aunque la mar es muy bonita, los peces son menos habladores y más monótonos que la fauna terrestre. No se puede comparar un besugo o un bacalao con una liebre ¡Donde va a parar!
Fuente: Blog de Manolo Alejandre, "El Cerro de la Fuente"
Recientemente ha publicado en su blog, El Cerro de la Fuente, (blog que recomiendo a todos ustedes), una entrada contando una anecdota sucedida entre liebres.
Aquí os la dejo sin agregar ni quitar una sola coma:
"Contaba mi tío Regino: "Había una vez cuatro liebres jugando a las cartas, jugaban entre otros juegos al Rápido, al Encamado, al Corre que te pillan y al Me huele el culo a pólvora. Pues bien, mientras estaban echando una de estas partidas tan entretenidas en las que ocupaban su tiempo "liebre", Vino una joven toda sofocada:
- ¡Corred! ¡corred! ¡que viene un cazador!.
Tres de las liebres que estaban jugando recogieron inmediatamente las cartas e iban a emprender la huida cuando la mas veterana, la que el pelaje le tiraba a blanco gritó - ¡Esperad!- y dirigiéndose a la portadora de tan mala noticia dijo -Describenos al Cazador-
-¡hummm!¡hummm! (es lo que hacen las liebres cuando piensan), es un hombre muy alto, de piel morena, pelo rizado, barbilla prominente, labios gruesos, cejijunto, nariz aguileña, ojos rasgados, malencarado, luce anillo de nobleza en su dedo anular izquierdo, camisa de algodón con corchados, botas de cuero de Valverde del Camino, como también de cuero son su canana y su chaleco, sombrero de ala ancha con barbuquejo y lo peor de todo, una paralela (entonces no había repetidoras ni superpuestas) flamante, de pletina corrida que debe ser de oro por su brillo. Se le aprecia en los cañones empavonado perfecto. -¡paaarraaaa! ¡paaaaraaaaa¡! para!. ¡Que horror!
-¡himmm!¡himmmm! (lo que hacen las liebres cuando están jubilosas), recoged las cartas y sigamos jugando - dijo la liebre veterana- aquí hay menos peligro que en el zoológico.
- pero.. ¡¿como?.. que?.. - balbuceaban las otras.
-¡aaaaaa juuuugarrrr! - de aquí sacaron lo del programa ese tan famoso que ahora no recuerdo el nombre.
Y allá que siguieron esas liebres con su partida tan contentas y felices.
En otra ocasión y casualidad que estaba el mismo grupo de liebres jugando, creo que esta vez lo hacían a los chinos, juego este muy extendido entre las liebres, para ello emplean las cagarrutas. Todas y cada una de ellas llevan su bolsa para echar una partida en cualquier momento y lugar. Digo pues, que estaban en tan entretenido juego cuando apareció la portadora de noticias.
-¿Que te trae por aquí?- preguntó una de ellas?
-¡hommm! ¡hommm! (lo que hacen las liebres para transmitir serenidad), a deciros que viene un cazador, pero tranquilas que no hay peligro.
La veterana, doblando una oreja a modo de guiño preguntó -¿como estas tan segura?.
-¡hemmm! ¡hemmm! (lo que hacen las liebres cuando dudan), porque el cazador que viene trae una gorra llena de agujeros, los dedos de los pies le asoman por la puntera de las zapatillas, se le ha abierto la escopeta dos veces, está toda herrumbrosa y la tiene atada a la culata con alambres.
-¡Hummm! ¡hummm! (lo que hacen las liebres en el momento de empezar a correr)-¡japuta la última!.dijo la veterana
En décimas de segundos, solo quedó el polvo y el cagarrutero."
Si en alguna ocasión van al campo, fijaos en las piedras lisas, pues estas son las que suelen usar como mesa de juegos, seguro que allí encontrarán las bolitas con las que juegan las liebres a los chinos, estas bolitas las suelen dejar porque tienen muchas. Además, nunca usan las mismas. Las cartas es muy difícil que las encontréis, a las liebres les resultan muy sabrosas y no las suelen dejar. Antes, prefieren comerlas pues las fabrican con hojas. En el caso hipotético que las encontréis, tendréis que consultar con un experto para distinguir si son cartas o simplemente, hojas."
Hace un par de meses coincidí con Manolo en Santurce. Por circunstancias que no vienen al caso, ambos hemos acabado trabajando para la mar, en la construcción naval. Manolo me comentó que echa de menos el terruño y sus raíces. Me dijo: "Antonio, ya empiezo a pensar en el camino de vuelta".
No me extraña, ya que aunque la mar es muy bonita, los peces son menos habladores y más monótonos que la fauna terrestre. No se puede comparar un besugo o un bacalao con una liebre ¡Donde va a parar!
Fuente: Blog de Manolo Alejandre, "El Cerro de la Fuente"
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